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LA LEYENDA DEL HUAY CHIVO DE CHOCHOLÁ


En la hacienda de Chocholá vivía un curandero llamado Porfírio y su esposa  Balbina, en aquél pueblo se repartieron ejidos o campos de cultivo; sin embargo a Don Porfírio no le tocó ninguno, y guardó una gran envidia y rencor por las demás personas del pueblo.

Lo que nadie sabía era lo que Don Porfírio haría por vengarse, él tenía un gran secreto, él era un brujo malo; sin embargo, nadie lo creería debido a que ocultaba su verdadera imagen con ser él curandero del pueblo.

Don Porfírio por las noches se transformaba en un animal enorme, ¿Pero,  cómo lo hacía? Al caer el sol,  le preparaba a su esposa un brebaje con el cual ella quedaba completamente dormida y no despertaba hasta el amanecer; mientras su esposa estaba en un profundo sueño Don Porfírio hacía un ritual en el cual decía unas palabras y daba vueltas al revés, de esta manera el tenía el poder de quitarse la cabeza sin morir, al realizar este ritual, y él se transformaba en un enorme chivo. Con esta transformación iba al pueblo para destrozar los campos de cultivo o ejidos y las casas para que no hubiera cosechas. En los ejidos, destruía los henequenes por lo que ocasionaba escasez y no había ventas de los mismos;  en las casas rompía puertas y ventanas. Después de realizar sus fechorías regresaba a su hogar y actuaba como si nada hubiera pasado.

La gente del pueblo estaba cansada de que estas cosas sucedieran, por lo tanto consultaron con un curandero del pueblo cercano, este les dijo que una persona muy envidiosa estaba realizando todos estos desastres. Los campesinos ya sospechaban de Don Porfírio ya que él era el único que no tenía un ejido. Al no poder encontrarse nunca con él,  la gente del pueblo se fue en contra de su esposa, reclamándole el porqué permitía que su esposo realizase esas fechorías, ya que él era un huay poop*, y ella debía detenerlo.

Doña Balbina regresó a su hogar triste, ya que ella no creía que su esposo fuera capaz de hacer lo que la gente decía.  Ella decide llegar al fondo de esto. Entonces una noche cuando su esposo le estaba dando su brebaje ella lo engaña y no se lo toma.  Disimula estar dormida y ahí descubre la verdad.  Observa el ritual que su marido realiza para transformarse en un animal, Doña Balbina estaba realmente sorprendida y asustada, esa noche no pudo dormir.

Al día siguiente ella fue a la iglesia a platicarle al padre lo que estaba sucediendo, él le dijo que tenía que detenerlo a toda costa y le dio una serie de pasos que debía seguir al pie de la letra.

En la noche después de que su marido salió a hacer sus desastres,  hirvió agua caliente con cal, mientras el agua se hervía tomó la cabeza de su marido y le untó sal alrededor de la misma, de esta manera  ardería y ya nunca podría regresar a su cuerpo, mientras lo hacía la cabeza le gritaba ¡No, no lo hagas, soy tu esposo!. Al principio la mujer dudó, pero después se armo de valor y siguió con el plan, ya que ella sabía que el alma de su esposo  estaba perdida, Doña Balbina sumergió la cabeza en el agua hirviendo y la dejó ahí. En ese mismo momento agarró sus pertenencias y se fue del lugar.

Cuando el Huay Chivo volvió a su hogar se retorció de dolor ya que al estar cerca de la cabeza el dolor se intensificó. Él ya no podía regresar a su antigua forma debido a la sal que su esposa le había puesto a la cabeza, el Huay Chivo huyó de ahí y se perdió en el monte maldiciendo a su mujer.

Hasta la fecha se dice que aún se pueden escuchar sus gritos de dolor.

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